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Domingo XIV -Tiempo Ordinario. -C-

Domingo J. Montero Carrión, OFMCap

La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa”

Domingo XIV -Tiempo Ordinario. -C-

1ª Lectura: Isaías 66, 10-14c
 
Festejad a Jerusalén, gozad con ella, todos los que la amáis, alegraos de su alegría, los que por ella llevasteis luto. Mamaréis a sus pechos y os saciaréis de sus consuelos, y apuraréis las delicias de sus ubres abundantes. Porque así dice el Señor: Yo haré derivar hacia ella como un río la paz, como un torrente en crecida las riquezas de las naciones. Llevarán en brazos a sus criaturas y sobre sus rodillas las acariciarán; como un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo, y en Jerusalén seréis consolados. Al verlo, se alegrará vuestro corazón, y vuestros huesos florecerán como un prado; la mano del Señor se manifestará a sus siervos.
 
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Nos hallamos en lo que se designa el IIIº Isaías (56-66), al final. El profeta entona un canto de esperanza gozosa por la intervención de Dios en favor de su pueblo. Contempla el retorno de los desterrados y la llegada abundante y definitiva de la paz. Es interesante destacar la ternura maternal del proceder de Dios.
 
2ª Lectura: Gálatas 6,14-18
 
Hermanos: 
Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en la cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo. Pues lo que cuenta no es circuncisión o incircuncisión, sino una criatura nueva. La paz y la misericordia de Dios vengan sobre todos los que se ajustan a esta norma, también sobre el Israel de Dios. En adelante, que nadie me venga con molestias, porque yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús. La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con vuestro espíritu, hermanos. Amén.
 
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Frente a los judaizantes (judíos convertidos al cristianismo, pero que reivindicaban la circuncisión como signo de gloria, Pablo reivindica la cruz de Cristo. La cruz no como signo externo sino como espacio existencial de fe, en el que se ha manifestado el amor salvador de Dios ¿Quién es el Israel de Dios? Los convertidos al Evangelio de Cristo. ¿Cuáles son “las marcas de Jesús”? Pablo no está aludiendo a los estigmas físicos -las llagas- sino a los signos profundos: la mentalidad de Cristo (I Co 2,16), los sentimientos de Cristo (Flp 2,5). Pablo se siente “marcado” por Cristo existencialmente, seducido por él.
 
Evangelio: Lucas 10,1-12. 17-20
 
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: “La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa”. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ella vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed de lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: “Está cerca de vosotros el Reino de Dios”. Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: “Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el Reino de Dios”. Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo”.
 
Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre” Él les contestó: “Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno. Sin embargo no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombre están inscritos en el cielo”.
 
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La “misión de los setenta y dos” (o setenta), como precursores a los lugares que él había de visitar, es propia de Lucas, y ha sido construida con elementos de un discurso de Mc 6,8-11, dirigido a los Doce. Algunas de las indicaciones dejan suponer una praxis misionera existente en las comunidades, que ha sido incorporada al discurso (normas sobre el alojamiento). Que Jesús quiso incorporar, ya en vida, a los discípulos a la misión está fuera de duda: fue uno de los motivos de la constitución del grupo de los Doce: para estar con él y para enviarlos a predicar (Mc 3,14-15). 
 
Más allá de esas precisiones, conviene destacar los siguientes aspectos: la misión debe ser orada, rogada a Dios. El misionero es un “don” de Dios. La misión supone un riesgo personal, porque los espacios a los que va son espacios hostiles.  Ha de ser a cuerpo limpio, sin más bagaje que el mensaje: el Reino de Dios está cerca.
 
Sacudir el polvo del calzado significaba declarar impura la tierra que se ha pisado. La mención de Sodoma evoca el texto de Gén 19.
El reportaje lucano concluye con el retorno de los discípulos, entusiasmados por el éxito de la misión. Pero Jesús les descubre que el verdadero motivo de su entusiasmo no debe estar en ese éxito, sino en que sus nombres, sus vidas, están inscritas en el cielo, están en el corazón de Dios. Sirve para hoy este texto, cuando se habla de la nueva evangelización. Evangelización en pobreza, nítida en su contenido,  
 
REFLEXIÓN PASTORAL
 
El relato evangélico de este domingo nos habla de “una” misión encomendada por Jesús a un grupo de 72 discípulos  -no a los Doce-  para “prepararle el camino”. En ese relato hay una serie de elementos a los que prestar atención, porque a la hora de misionar es importante no olvidar los tonos, contenidos y estilos de la “primera” misión, la que diseñó el Maestro.
 
Llama la atención la primera constatación de Jesús: “La mies es abundante y los obreros pocos”, junto a la recomendación: “Rogad al dueño de la mies que envíe obreros a su mies”.
 
Es también sorprendente la descripción que hace del paisaje, del horizonte previsible de la misión: “Os mando como corderos en medio de lobos”.
Y, sobre todo, las consignas: ir desprovistos de todo signo de poder -sin talega…-; con un saludo -la paz-; un mensaje  -el Reino de Dios está cerca- y un quehacer -“curad enfermos”-. 
 
Un mensaje que Francisco de Asís resumió en un saludo: Paz y Bien. Anunciar la Paz  -“Cristo es nuestra Paz”- y hacer el Bien (función sanante y curativa), porque el Bien es el nombre que describe a Dios: su ser y quehacer: “Tú eres el Bien, sumo Bien, solo Bien, único Bien”.
 
También nuestro momento puede describirse con términos similares, porque también hoy “la mies es mucha y los obreros son pocos”; también hoy se respira y alimenta un cierto clima de hostilidad, acoso e indiferencia ante lo religioso y lo cristiano; también hoy es necesario “orar al dueño de la mies que envíe obreros a su mies”; también hoy es necesario hacer la misión desde la esencialidad evangélica, con un discernimiento profundo respecto de los tonos, medios y contenidos. Pero, por encima de todo, el acento recae, hoy como ayer, en los obreros;  y más en la calidad que en el número.
 
La segunda lectura, tomada de la carta a los Gálatas, nos ofrece el perfil del obrero cristiano, Pablo de Tarso. Un hombre seducido por Cristo -“para mía la vida es Cristo…; que nadie me moleste, yo llevo en mí las marcas de Jesús”-. Personas seducidas, encandiladas, apasionadas por Jesús y su causa, para quienes “todo es basura  comparado con el conocimiento de Cristo Jesús” (Flp 3,8).
 
No hay cristiano sin misión. También el cristiano está marcado por Cristo: el bautismo es el “sello” de garantía que configura la vida y que se enriquece con los demás sacramentos, entre ellos, particularmente, la Eucaristía. 
 
Una misión para la que no hay que irse muy lejos, sino quizá entrar dentro de uno mismo, para cristianizar, evangelizar la propia vida, y luego abrirse a los horizontes más inmediatos, la familia, el trabajo, las relaciones…
 
PAZ Y BIEN, una síntesis densa y fiel del estilo y el contenido de la misión evangelizadora.
 
REFLEXIÓN PERSONAL
- ¿Siento la urgencia y la responsabilidad de la misión?
- ¿Siento a Cristo como referente primordial en mi vida?
- ¿Soy mensajero de Paz y Bien?
 
Domingo J. Montero Carrión, OFMCap.

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