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Unas palabras con Domingo Montero

Domingo Montero

Si “la regla y vida de los hnos. menores es vivir el santo Evangelio”, la pastoral bíblica debería tener mayor visibilización entre nosotros. El título “Evangelio y Vida” quiere sintetizar el proyecto: Sintonizar el Evangelio y la vida. Incorpora artículos de estudio, información y formación bíblica.

Unas palabras con Domingo Montero

Nací en Jerte (Cáceres) el 23 de febrero de 1948, en el seno de una familia humilde, de trabajadores del campo, formada por  mis padres, Domingo y Antonia, y un hermano, Antonio. Mi madre tiene 94 años. En ese hermoso enclave geográfico del norte de Extremadura transcurrió mi vida, hasta los 11 años, en que ingresé en el seminario seráfico de Montehano. Durante ese tiempo mi vida discurrió como la de cualquier niño: escuela, juegos, pequeñas actividades de ayuda en las tareas que te encomendaban en casa… Una infancia sin aspectos especiales a destacar. Sí es cierto que me gustaban las tareas de monaguillo, tocar las campanas…

Entraste muy joven en el Seminario, pero ¿Cómo contactas con los Capuchinos?
Los Capuchinos iban frecuentemente a predicar a mi pueblo. Y su figura me resultaba muy atrayente. Y surgió en mí el deseo -no sé si la vocación- de ser capuchino. Y, ni corto ni perezoso, una tarde al salir los frailes de confesar, me acerqué y les manifesté mi deseo de ser capuchino. Recuerdo sus nombres: PP. Francisco de Bilbao y Eusebio de Pesquera. Parece que la petición les hizo gracia. Pero, después de muchos años, siendo yo ya capuchino, lo recordaban.

Tengo que agradecer la obra del cura párroco, D. Federico, que me animó, me ayudó y formó (hasta en latín) para ingresar en el Seminario seráfico.
En Septiembre de 1959 ingresé en el seminario de Montehano (Santander). Allí nos dimos cita unos 60 niños de los más variados rincones de España. Fue un año imborrable por muchos conceptos. De allí pasé a El Pardo (1960-65). Concluido el Bachillerato ingresé en el Noviciado en Bilbao (Basurto). Concluido el año de Noviciado, emitida la profesión temporal (15-VIII-1966), me incorporé al Colegio Mayor de Filosofía en Salamanca (La Serna). Concluidos los estudios filosóficos (1966-1969), en León cursé tres años de Teología (1969-1972), regresando a Salamanca donde concluí los estudios (1972-73). Allí hice la profesión perpetua (1972) y recibía los ministerios de diaconado (1972) y presbiterado (1973). En Octubre del año 1973 me incorporé al Colegio Internacional de san Lorenzo (Roma) para cursar los estudios de Sagrada Escritura en el Pontificio Instituto Bíblico. Estudios que concluí con la Licenciatura en Ciencias Bíblicas (1976).

Tras mi regreso a la Provincia de Castilla mi actividad ha discurrido en cuatro frentes: el pastoral (vicario parroquial en Valladolid; trabajos pastorales en zonas rurales (Montehano) y actividades propias de nuestras iglesias, dirección de grupos de pastoral bíblica; animación espiritual de comunidades religiosas…); el docente (profesor de Sagrada  Escritura en diversos Centros eclesiásticos); el de la formación de nuestros candidatos (noviciado y postulantado) y el de gobierno, a nivel local -guardián y vicario-, y provincial, como Consejero, Vicario y Ministro Provincial.

Háblanos de tu perfil como escritor…
Mi “vocación” de escritor, no es una vocación “aislada” sino “integrada” en mi proyecto de vida y actividad. Es una extensión de mi pasión por la palabra de Dios, que se incubó en los años de mis estudios de teología.

Al concluir los años de docencia como profesor de Sagrada Escritura -30 años-, sentí la necesidad de continuar al servicio de la Palabra, a través de la publicación de temas vinculados a la Sagrada Escritura en una línea menos académica y más pastoral. Y así han surgido una veintena de libros y de bastantes colaboraciones en publicaciones de tema bíblico/pastoral.  La palabra de Dios debe ser “servida” de una manera vital. Hay que ponerla en la mesa de cada día y rescatarla de lo estrictamente académico. No minusvaloro el estudio científico, pero no basta. La Palabra ha de ser estudiada, orada y actuada. La gente necesita una presentación de la palabra de Dios hecha desde temas y situaciones vitales. La Biblia no puede ser un libro accesible solo “especialistas”. No debe “asustar” sino “apasionar”.

¿Alguno de tus trabajos supone algo especial en tu vida?    
Todos mis libros han supuesto algo especial en mi vida. En ellos he volcado no solo tiempo, sino pasión y amor. Me han enriquecido y ayudado a profundizar en mi fe a la luz de la Palabra. También me han cuestionado. Al escribir establecía un diálogo no sólo con el hipotético lector, sino conmigo mismo. Todos mis trabajos surgen de la misma fuente: mi pasión por la Palabra y por el convencimiento de que esa Palabra hay que servirla con dignidad y claridad. 

Si con el término “trabajos” te refieres a las distintas actividades desempeñadas a lo largo de mi vida, señalaré dos: el servicio a la Fraternidad, desde los distintos puestos a los que he sido llamado, y el ministerio sacerdotal. 

Y ahora,,,  ¿Estás pensando en algún nuevo libro? Háblanos de ello.
Aún no sé si terminará en “libro”. Estoy reflexionando sobre “El seguimiento de Cristo y el Cristo del seguimiento”. Un tema que me parece apasionante, pero que requiere mucha reflexión y también oración, porque estas obras hay que “orarlas”.

Desde el año 85 diriges la revista Evangelio y Vida…. ¿Qué significado tiene esta publicación? ¿Qué proyección te gustaría dar a esta publicación?
Accedí a la dirección de la revista Evangelio y Vida por de manera imprevista. El hasta entonces director, P. Carlos de Villapadierna, dejó la Orden, y el Provincial, P. Publio García, me pidió que me hiciese cargo de la revista, con la perspectiva de cerrarla en breve tiempo, si su continuación no era viable. Le respondí que para cerrarla yo no me hacía cargo de la dirección. Y así llevo desde al año 1985 al frente de la misma. Y con ilusión, porque creo que cubre un perfil fundamental del carisma franciscano: la pasión por el Evangelio.

Si “la regla y vida de los hnos. menores es vivir el santo Evangelio”, la pastoral bíblica debería tener mayor visibilización entre nosotros. El título “Evangelio y Vida” quiere sintetizar el proyecto: Sintonizar el Evangelio y la vida. Incorpora artículos de estudio, información y formación bíblica. También aborda temas de moral, de eclesiología, siempre desde la perspectiva bíblica.

Pretende llegar a un público sensibilizado bíblicamente y, si no lo está, a sensibilizarlo. Hubo un gran difusor el P. Ignacio de Vegas, figura benemérita y celosa por llevar al pueblo el conocimiento de la palabra de Dios…

Mi proyecto sigue siendo fiel al título de la Revista: abrir el Evangelio a la vida y la vida al Evangelio. Me gustaría dar más cabida a la pastoral bíblica y la información sobre Tierra Santa; hacerla más visual y menos conceptual… Tengo que manifestar mi gratitud a la fidelidad y constancia de los colaboradores, hoy casi todos hermanos de la Provincia. Y desde aquí ofrezco sus páginas a hermanos cualificados en Sagrada Escritura para que la enriquezcan con sus aportaciones.

¿Alguna anécdota o curiosidad que desees compartir con nuestros lectores?
Cuando voy a Portugal, a colaborar con los Capuchinos en el apostolado bíblico, siento “envidia” y “nostalgia” de que no se dé entre nosotros un movimiento semejante. Y eso que el sembrador y promotor del mismo en Portugal fue el P. Ignacio de Vegas, de nuestra provincia de Castilla. Allí les conocen como los “frailes de la Biblia”.  Ellos han hecho esa opción pastoral que les identifica. 

Y para no ser solo “nostálgico” de lo que ocurre más allá de nuestras fronteras quiero subrayar el interés con que la gente acude a los distintos cursos de formación bíblica que he organizado; pero, aunque gratificante, hace falta más...

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